25.11.08

El coctel que no va más / Argentina y la Copa Davis

Periodistas, jugadores, técnicos, hinchas, todos, en algún momento, parecen escudarse en los famosos slogans "el argentino es exitista", "parece que lo único que importa es ganar", etc etc. Generalmente el tono que se usa para hablar de estas máximas es crítico, como dando a entender que se repudia de raíz esta forma de ser tan característica, al menos, en hombres y mujeres del centro del país.

Pero llega el momento en que de tanto renegar de ellas, se termina siendo parte. Se hace imposible abstraerse del mundillo mediático que se genera alrededor de estas razones de estado en que se convierten ciertos eventos deportivos, y todos caen presos de lo que, en las palabras, dicen repudiar. Entonces, así, se ve a un tipo con trayectoria en el tenis como Guillermo Salatino despotricando frente al capitan argentino de la copa davis, o canales de televison informando rumores de peleas entre los jugadores del equipo, al mejor estilo Rial y sus secuaces. O también se escucha a un Luli Mancini (personaje conocido, al menos para mi, por su mesura a la hora de expresarse) muy cerca de "sacarse" y mandar a todos a la mierda en la conferencia de prensa post-derrota en la final ante España.

Actitudes reprochables parece haber por todos lados. El mismo Nalbandian se transforma, en una opinión personal, en un tenista de elevadísima categoría, pero con una forma de ser, de encarar ciertos aspectos de su vida deportiva, que dejan mucho que desear. Me da la impresión que David da para ponerlo como referente en una escuelita de tenis por sus habilidades y su gigantesca capacidad, pero por pocas cosas más. Ego demasiado elevado amaga con tener el cordobés, que terminará su carrera muy probablemente habiendo evitado llegar a ser número 1 del mundo porque con lo que ya logró le alcanza y le sobra.

En este sentido, el llanto de Acasuso fue sincero. El misionero se encontró con la enorme responsabilidad de emparejar una serie que empezaba a inclinarse definitivamente hacia el lado español, y aún dando lo mejor de sí no pudo con un certero Verdasco. Chucho perdió, lloró, pidió perdón, y dió la cara en la conferencia de prensa.

El capitán del equipo visitante, Emilio Sánchez Vicario, fue el ejemplo a seguir. Caballero, profesional, buen ganador, el tipo encaró a la delegación local ni bien Verdasco le habia dado la ensaladera de plata a España. Saludó y consoló a todos, incluido Luli Mancini. Lamentablemente como casi siempre, los ejemplos a imitar parecen venir de afuera, mientras por acá nos peleamos entre nosotros.

Casi una metáfora de una tendencia funcional que acapara a todos los países latinoamericanos (con potencial para ser los más importantes del planeta, pero que se quedan en el camino), el "equipo" argentino de la Copa Davis terminó sucumbiendo ante sus propias debilidades.

Poco, casi nada tenia España, a priori, para ganar esta serie. Todo, absolutamente todo tenia Argentina para gritar campeón por primera vez y dejar atrás las finales perdidas en el 81 y 2006. Todo el potencial, todo a favor, y un resultado final con un sabor demasiado amargo.

Sin embargo, nada tiene de fracaso ser el número 2 del tenis mundial. Es un logro muy importante como para ser reducido, y debe valorarse lo que fueron los años de Luli Mancini al frente del equipo Argentino. Claro que en el caso de esta final de Mar del Plata, la sensación de que la derrota tuvo más que ver con desaciertos propios, hace que el análisis final cambie. Los problemas que se venian arrastrando desde antes (reproches entre Nalbandian y Del Potro, declaraciones del presidente de la asociación diciendo que a los jugadores sólo le importa el dinero etc.) presajiaban, al menos, una falta de unión en el seno del conjunto que, en estas instancias, adquiere mucha relevancia. En un deporte absolutamente individualista como el tenis, armar una "selección" que no tire para un mismo lado termina siendo una bomba de tiempo, que en este caso explotó en el momento menos indicado.

La final de la Copa Davis 2008 será recordada como una nueva oportunidad dilapidada por el deporte argentino de dar el paso final para coronarse con la máxima gloria posible. El peldaño que falta subir probablemente siga siendo una materia pendiente hasta que entendamos que la única manera de triunfar es unirse, tirar para el mismo lado entre todos, dejar de lado pretensiones personales y pensar primero, por sobre cualquier cosa, en el grupo.

Por Santi Grandi & Chueco García.

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