6.10.09

A ver, ¿cómo funciona la cosa?

Organismos creados (original y teóricamente) para ayudar a países que se han dedicado a lo largo de los últimos 60 años a hacer precisamente lo contrario. Organismos de crédito internacional que dictan los pasos a seguir en materia económica a todo aquél páis con poca o nula capacidad de decisión final en el contexto global, y que han fracasado radicalmente con sus recetas. Países enteros (como el nuestro) arrasados por las políticas económicas propuestas, a través de las cuales se desmantelarían las industrias, se perderían millones de puestos de trabajo y se dejaría en la pobreza extrema a una cantidad escandalosa de personas.

Cuando un grupo de gente se junta en Estambul para repudiar la reunión anual del FMI y el Banco Mundial, es reprimido por las acciones destructivas llevadas adelante (romper vidriedas, atentar contra la sagrada propiedad privada). La policía aparece para defender a los de saco y corbata que desbaratan países, asesinan silenciosamente a millones con sus recomendaciones económicas y son, en parte, responsables de raíz de esas injusticias que día tras día nos preguntamos por qué existen en este hermoso mundo en pleno siglo XXI.

Mientras los manifestantes en Turquía aparecen como la expresión final de un rechazo genuino, y aunque las formas puedan o no ser compartidas, los integrantes del FMI y el BM se encuentran en una auditorio hablando sobre las consecuencias de la crisis económica mundial y los caminos a seguir, sabiendo que más temprano que tarde volveremos a ver lo obsoloto de sus estrategias para salir adelante.

Una vez más nos encontramos ante la necesidad de elegir un camino. La apatía se terminó, pasó de moda. Nosotros, en este caso, ¿de qué lado queremos estar?

Por Santi Grandi & Chueco García.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario