31.3.11

Latinoamerica, nuevamente

Al despertarse la América de la monarquía española, se ha encontrado semejante al imperio romano, cuando aquella enorme masa cayo dispersa en medio del antiguo mundo. Cada desmembración formo entonces una nación independiente, conforme a su situación o sus intereses: pero con la diferencia de que aquellos miembros volvían a restablecer sus primeras asociaciones. Nosotros ni conservamos vestigios de lo que fue en otro tiempo. No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derecho, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado.

La indignación de Bolívar sigue resonando. ¿Qué somos nosotros los pueblos americanos, ante los pueblos y las civilizaciones? Esto nos obliga de entrada a reflexionar por el pasado, la resistencia, la libertad, la dignidad, y la autodeterminación e identidad de nuestros pueblos.

Para abordar estos temas desde la época prehispánica es importante recordar que nuestro continente americano, "Abia Yala" como lo llamaron nuestros ancestros, se encontraba inicialmente habitado por numerosos pueblos aborígenes, dentro de ellos tres grandes culturas: los mayas, los aztecas y los incas.

Estas civilizaciones a la entrada de los invasores poseían una vasta riqueza cultural: fuertes estructuras socio-políticas y económicas; variados idiomas, distintas religiones y una gran producción artística. Los pueblos amerindios mantenían una constante armonía hombre-naturaleza, mantenían sus propias cosmovisiones y mitologías para entender o interpretar el mundo. Algunos de estos pueblos no alcanzaron a desarrollar la escritura; pero efectuaron importantes avances en ciencias como la medicina, la astronomía, la arquitectura, la ingeniería y la agricultura.

En este pasado primitivo observamos importantes vestigios de nuestra grandeza e identidad americana, elementos como la vida comunitaria, la solidaridad, el respeto por la naturaleza, las técnicas, los saberes propios y la no - acumulación de bienes materiales (riquezas, capital) son de gran importancia para construir la identidad que buscamos.

La invasión, la conquista y la colonización de nuestra América trajeron consigo no solamente el saqueo del oro y la plata, sino la destrucción de numerosos pueblos, La desaparición de múltiples saberes y el sacrificio de muchas vidas humanas, "el genocidio de indígenas asciende a más de noventa millones", según los cronistas de indias. Todo ello en nombre de la cruz, de la espada, de un dios-desconocido, del rey y de la civilización. Fueron tres largos siglos de sometimiento, saqueos, esclavitud y asesinatos que cortaron de manera brutal el devenir histórico y cultural de nuestra América.

Toda esta larga cadena de abusos de poder cometidos por la administración colonial, no solamente contra los aborígenes, sino también contra los esclavos, negros y los criollos, trajo como consecuencia rebeliones e insurrecciones continuas de masas inconformes, que a pesar de ser de distinto color se identificaron en la necesidad de unirse para derrocar al tirano.

No es el mero aborigen americano el que enarbola la bandera de la libertad, exigiendo el reconocimiento de su dignidad humana, sino la nueva raza que se comenzó a conformar entre criollos y mestizos, es decir, la latinoamericana. Este hombre nuevo, el latinoamericano, el que nos concede una libertad inicial, adquiere un compromiso ineludible de su afirmación como hombre concreto de esta América. Su sagacidad y pujanza de hombre americano, lo conduce a reivindicar la conformación de naciones libres e independientes de Europa.

Bolívar, San Martín, Benito Juárez, Eloy Alfaro, los negros en Haití y en Brasil, Antonio Maceo y otros, cristalizan el anhelado sueño de la libertad e igualdad de la nueva raza latinoamericana que estaba sometida por el imperio europeo. Indígenas, criollos y campesinos se liberan por fin del yugo de la esclavitud y la servidumbre. Bolívar logra implementar en mayo de 1820 en Villa del Rosario Cúcuta, decretos para devolverle la tierra a los indígenas y para abolir la esclavitud de los negros; mientras que en Estados Unidos estaba en furor la esclavitud y el exterminio de indios.

Simón Bolívar fue el primer precursor de la educación pública en América Latina "el primer deber del gobierno es dar educación al pueblo, esta educación debe ser uniforme y general", abogo para extender la educación a favor de negros y mulatos. El pensamiento de Bolívar estuvo acorde con nuestras condiciones históricas, sociales y políticas. Jamás compartió con las monarquías, por el contrario, combatió la ignorancia, la tiranía y los vicios.

Nuestros libertarios se inspiraron en el estudio de los clásicos de la Antigüedad europea, de los Ilustrados e iluministas modernos, pero no imitaron o copiaron sus teorías, también fueron estudiosos de las culturas indígenas latinoamericanas. Pensamiento que influyó en ellos para plantearse la construcción de una República, con una sociedad de hombres libres en coherencia con la idea de "la unificación de la América meridional, no como una nación sino como naciones basadas en la misma política", independiente, soberana y autónoma, así lo planteó Bolívar y aún sigue vigente su pensamiento. "Los EEUU parecen destinados por la providencia para plagar de miseria y hambre nuestra América en nombre de la libertad". Bolívar estuvo en contra del individualismo, de la libertad de empresa y de la propiedad privada, según él, el Estado debería estar dirigido a cumplir deberes sociales, económicos y culturales en general de manera colectiva.

En nuestra independencia y en la cosmovisión de nuestros libertarios encontramos conceptos como libertad, unidad americana, autodeterminación de nuestros pueblos, derechos sociales, igualdad y dignidad que hay que señalar como necesarios para construir la identidad latinoamericana.

Terminada la gesta independista, la República y la identidad latinoamericana es opacada por algunos caudillos republicanos y los nuevos liberales del siglo XIX; sin olvidar que los EEUU influyeron fuertemente en la disolución de la nueva América. Posteriormente grandes luchadores y pensadores como José Martí, Farabundo Martí, Sandino y Carlos Mariategui entre otros, siguieron nuevamente enarbolando la emancipación de estos grandes pueblos para alcanzar la libertad y la dignidad.

La historia nos deja ver que la identidad americana no se ha podido construir por que los imperios han intervenido en nuestro devenir y por que los señores y gobernantes de la República negaron el legado indígena, traicionaron los principios libertarios y quisieron copiar e imitar el desarrollo occidental. De ahí nuestra supuesta inferioridad cultural de hombre americano y de desarrollo. "La batalla para encontrar nuestra identidad no estaba en determinar si optábamos por la civilización o la barbarie".

Según algunos literatos posteriores a Martí, plantearon que para alcanzar la civilización, sinónimo de progreso, había que negar la barbarie, como lo plantea el argentino Domingo Faustino Sarmiento, quien afirma que "la mezcla de hombres por su modo de ser, decadente, bárbaro e inmaduro, haría imposible la existencia de instituciones que expresaran el progreso de Grandes naciones como Europa Oriental y América Sajona". El concepto de raza inferior Sirvió a occidente para su obra de expansión y conquista, dice José Carlos Mariátegui "la colonización primero, el liberalismo después, destruyeron la economía agraria de estos pueblos transformando a sus hombres en simples objetos de explotación, como partes explotables de la tierra que de ellos fuera".

Hoy como entonces la problemática social hace que sean los temas ético-políticos y la justicia en las relaciones internacionales, los que constituyen la discusión central en torno a la que giran los temas de la dignidad humana, el pluralismo cultural, la autodeterminación de los pueblos, la libertad de los derechos civiles y políticos, la guerra y la paz, entre otros.

Ahora bien ¿en qué ha de consistir la auténtica emancipación del hombre de América latina? En ser como los grandes modelos de naciones que han hecho posible la civilización y el progreso. Con dicho presupuesto tienen que cortar los pueblos latinoamericanos, sus propios hombres. El cubano José Martí en su escrito los Tres Héroes plantea que "un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado, un hombre que obedece a un mal gobierno sin trabajar para que el gobierno sea bueno no es un hombre honrado, el niño que no piensa en lo que sucede a su alrededor y se contenta con vivir sin saber si vive honradamente, es como un hombre que vive del trabajo de un bribón y está en camino de ser un bribón".

Cuando las clases dominantes de los pueblos latinoamericanos no tienen la claridad del "hombre honrado", fácilmente son empujados a la supuesta civilización del hombre blanco, la de los explotadores.

El mismo progreso de la civilización bajo el principio de actuación ha alcanzado un nivel de productividad en el que las exigencias sociales sobre la energía instintiva que debe ser gastada en el trabajo enajenado pueden ser reducidas considerablemente. Consecuentemente, la continua organización represiva de los instintos parece ser menos necesaria para la "lucha por la existencia" que para el interés es prolongar esta lucha - el interés de la dominación.2

Hoy no se está planteando el problema de la división nacional con carácter racial. No es la pugna entre indios y blancos, sino entre explotados y explotadores, entre campesinos y oligarquía. Entre hombres que trabajan la tierra y hombres que se aprovechan de su trabajo. No se habla ya de reivindicar al indio, sino de reivindicar los derechos del pueblo; de hacer que éste participe, como participa con su trabajo del desarrollo y prosperidad de la nación. Que logre comprometerse con la justicia social y de conquistar nuestra segunda independencia, como dijo José Martí "todo lo que divide a los hombres, todo lo que especifica, aparta o acorrala es un pecado contra la humanidad".

La calificación de indio determina una condición social, llamamos indio a todos los descendientes de la población originalmente americana que sufrió el proceso de la conquista y quedó bajo una dependencia colonial que, en las regiones del refugio, se ha prolongado hasta hoy.

El termino indio impuesto por el colonialismo español, nunca determinó una calidad étnica sino una condición social; la del vencido, la del sujeto a servidumbre por un sistema que lo califica de rústico y de menor de edad.

El amauta, que realizó estudios sobre la crisis de los pueblos peruanos, evidenció que la identidad contiene formas de hibridación, de multipluralidad y que era necesario, hablando en términos gramscianos, de una hegemonía popular que permita legitimar valores nuevos profundizando en la crisis y de esta manera poder reorientar los cambios hacia una nueva sociedad. En la propia cultura está la solución, en la producción material del hombre inmerso en la realidad, en esa construcción del ethos que no es negociable dentro del proceso de edificación de la identidad. Por el camino cosmopolita llegamos a nosotros, a lo propio.

Es preciso profundizar en nuestra realidad, en despertar a todos los pueblos de América Latina naciente frente al nuevo colonialismo, llamado globalización. Todo pueblo que aspira a dejar huella en la historia, toda nación que inicia una era propia, se ve obligada por eso mismo, por exigencia de su desarrollo, a practicar una revaluación de todos los valores y a levantar una edificación provisional o perenne de conceptos. Elementos que integran la identidad: la lengua, el mercado interno, el mito fundacional, el cual es el referente de unidad de construcción de estado nación.

Sin lugar a dudas hoy los jóvenes tienen la gran tarea de crear y recrear una nueva identidad de los jóvenes y de la sociedad para avanzar hacia la construcción de mejores estadios del desarrollo social, retomando todo el legado histórico que nos caracteriza y construyendo modelos de desarrollo propios que fortalezcan la autodeterminación y la dignidad de nuestra América.

Por JHON JAIRO SALINAS - (Jóvenes asamblea permanente sociedad civil por la paz)

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