Hace unos días llevamos al aire una interesante carta que leímos en la Rolling Stone Argentina de septiembre de 2006. Corrían los tiempos en que Fidel había traspasado su puesto al comando de la isla a manos de su hermano Raúl, y los rumores hacían de las suyas. En ese contexto, un tocayo del conductor, de Mar del Plata, escribiría una interesantísima reflexión que comprende, en sus parte final, la esencia de la grandeza de todo lo que ha venido ocurriendo en Cuba desde hace más de 50 años. Sin estar de acuerdo con el 100% del contenido que trajimos al aire, definitivamente nos adherimos a la idea inspiradora que cierra la lógica. Lo mejor de Cuba y toda su historia post revolución es la prueba concreta de que al menos otra manera de percibir el mundo fue y es posible.
Mar del Plata, Agosto de 2006:
Al principio no sabía bien por qué, pero hay algo en el tipo que me inspira una gran admiración. Quizá su oratoria, llana y directa, la forma que tiene de comunicarse con su pueblo... Pero no es eso. Quizás los avances que logró en salud, educación, y que hicieron de esos isleños desconocidos gente digna... Pero no, tampoco.
Creo que si muere Castro voy a estar triste por otra razón: porque él y su país representan el último bastión de resistencia a este mundo en decadencia, dominado por intereses económicos mezquinos y genocidas. Porque esa isla y esa vida se plantaron frente al gigante del norte sin importar las consecuencias, y nos demostraron a todos que no todo lo puede ese gran Leviatán llamado capitalismo.
Insisto, no me agrada tanto el régimen cubano como lo que representa: la utopía de que otro mundo es posible.
Santiago Martín.
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