Mientras seguimos esperando que Divididos deje de joder con los compilados y saque un nuevo disco, hacemos una reseña de este muy buen tema que forma parte de Vengo del placard de otro.
Comienza con la guitarra de Mollo, luego entra su voz para preguntarse a donde vamos como pueblo, si ese sueño de grandeza que alguna vez tuvimos tiene algún otro camino que no sea el ocaso, algún otro destino que no sea la soledad.
Así se presenta el inconfundible bajo de Arnedo y la canción toma forma. Se percibe claramente la desesperante angustia pos-menemista con su secuelas de un egoísmo hiper exaltado, con el hambre que imposibilita el desarrollo de los sueños...y con esto lo dificil que se hace imaginar a alguien feliz dentro de este infierno argentino, un país en donde el futuro y el pasado no te permite disfrutar del presente.
Por todas estas cosa un estribillo desgarrador nos pide a todos nosotros que no dejemos que nadie robe nuestros sueños (sabio consejo). A esta altura del tema ya se puede sentir la fuerza del sonido que generan los más de 10 violines y 4 cellos que acompañan a la formación básica.
Por Santi Grandi & Chueco García.
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