13.8.08

¿Y por qué?

En el mundo actual, en nuestro país, en nuestra ciudad y nuestro entorno, existen infinitas posibilidades. Condiciones necesarias para llevar adelante un proceso de liberación del pensamiento y expansión de nuestro ser como nunca se dieron a lo largo de toda la historia. Claro que despertarse y sacudirse la modorra pesimista y conformista a la que nos intenta destinar la noción del post-modernismo y su "fin de la historia", es un proceso que atenta directamente contra muchos intereses. Que se me ocurre que tendrán que ver con el dinero más que nada.

Los medios de comunicación juegan un papel principal en esto, con la televisión como estandarte. Penetración constante en los hogares mediante, la tv. Instala y define la agenda de intereses informativos de la población. Dice cómo son y cómo no son las cosas.

De todas maneras, ante esto hay una salida. Una salida a la que en los tiempos que corren es mucho más sencilla arribar que en épocas pasadas, de censura, persecución y matanza indiscriminada. Y esto es algo que se debe valorar. Hoy en día es mucho más fácil rebelarse que en épocas como la de la inquisición o de dictaduras militares. Hay que tener en cuenta esto. No es un dato menor.

Pocas cosas son más revolucionarias en los homogéneos tiempos que corren que afirmar nuestra propia subjetividad. Pocas actitudes pueden ser consideradas más contestatarias, hoy como siempre, que aquella que nos defina como seres que van a dejar de creer en todas las personas, instituciones o "realidades" que nos digan cómo son y cómo no son las cosas.

Un día común de nuestras vidas sufre el constante golpeteo externo de los medios. Sentados enfrente del televisor, zapping mediante, quedamos finalmente estupidizados ante tanto vértigo impuesto. Nos satura la realidad, nos cansa pensar, y lo único que queda es tirarse a dormir, totalmente ido y extenuado, esperando otro día. Que pasará, de la misma manera que el anterior.

Dudar de ese vértigo impuesto es una salida a la situación. Pensar que ese vértigo es en realidad algo que están queriendo meter en mi cabeza, empezará a ayudar. Porque una vez que uno se comienza a preguntar ciertas cosas, todo cambia. Y la vida en general nunca más será la misma.

Dudar de todo, dudar de las verdades impuestas desde afuera. Cuando dudo, cuando someto todas las realidades externas a mi juicio personal, comienzo a ser libre. Y no hay que engañarse, porque no hay otra forma de serlo. No hay libertad sin crítica. No hay autenticidad sin este pensamiento propio e individual. No hay verdades sin reflexión.

Los condicionamientos externos existen, y siempre existirán. En este sentido, Jean Paul Sartre tiene una frase que realmente deslumbra por lo acertada: CADA HOMBRE ES LO QUE HACE CON LO QUE HICIERON DE ÉL.

Existe el lenguaje como condicionante, existen la realidad socio-económica de cada uno, existen el ambiente, el entorno familiar. Existen y nunca dejarán de existir. Pero esto no significa que dejemos que mansamente nos delimiten el plan que nuestra vida va a seguir. Esto no significa que debamos subestimar nuestra subjetividad a punto tal de considerarnos pobres víctimas de lo que "hicieron de mí". Porque, en algún momento, vamos a tener que hacernos cargo de nuestras acciones.

Pero esto requiere coraje. Porque más fácil parece ser seguir la vida tal cúal está, con la rutina cómo es y las delimitaciones cotidianas. Porque más sencillo parece, erroneamente, amoldarse a la infelicidad y las injusticias que arriesgarse a cambiar las cosas. En un día normal nos levantamos, trabajamos, nos cansamos, nos quejamos (muchas veces), llega la noche, vemos televisión y nos dormimos. Así, uno puede pensar que pasó otro día más. Sí, pasó, pero en realidad no pasó. NO PASÓ NADA. Simplemente nos deslizamos como una hoja en la tormenta.

La emoción que ante esto despertaría rebelarse un día no tendría comparación. El día en que nos levantamos y decimos: "Che, pero qué vida de mierda que estoy llevando, cuantas cosas que hago muy a mi pesar, cuantas cosas me impongo que quiero cuando en realidad las detesto", ese día se transforma en el primero del resto de nuestra vida.

Pero ojo. Porque a partir de ese momento uno está solo. Se comienza a no permanecer más a la manada. Se pasa a pertencer a uno mismo. Y cuando eso pasa automáticamente, también, desaparecen las justificaciones, no se puede más dar el lujo de distraerse y tiene que constantemente elegir, siendo uno mismo el responsable absoluto de sus actos.

La decisión personal de la que esto depende es el primer y más importante paso para llegar a ese momento de absoluto goce personal. Sin dudas que todo lo que antecede, llevado a la práctica, supone un riesgo. Y es justamente ahi dónde radica su grandeza. Porque cada uno arriesga su propia vida cada vez que elije, y es eso ( y sólo eso) lo que lo hace libre.

Ser dueño de uno mismo, de sus emociones, sensaciones y convicciones, es un proceso que nunca termina. Se puede comenzar y aprender, sometiendo todo al sentido crítico personal. La realidad, de golpe, se transformará. Y eso, en los tiempos de la desesperanza y del "nada se puede hacer", es una enorme alegría.

(*) Idea extraída de una reflexión del pensador José Pablo Feinmann.

Por Santi Grandi & Chueco García.

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