El petróleo ha pasado de costar 147 dólares en julio, a valer "sólo" 40 el viernes pasado. Como se ve, 107 dólares menos. Reacción pensada: "Bueno, bajó el precio del barril, así que ahora los precios de las naftas que se comercializan pueden bajar, ¿no?". Error. Lejos de ellos, ahora, como ha bajado la recaudación de las petroleras (sumado a una fuerte caida en la recaudación fiscal solo de retenciones), éstas exploran menos y de la mano caen la producción y reservas. ¿A quién le pega primero esto? Al consumidor y los laburantes, claramente, que ven como ir a cargar combustible se transforma en una odisea, y ya no sólo por los precios, sino por la escasez.Ahora bien, se podría decir que todo esto trae consigo que las petroleras exporten menos (concepto acertado), con lo que se podría pensar en un abastecimiento interno un poquito mejor al actual. Otro error. Es que la eterna discusión de "cuán rentable" es destinar combustibles al "argentino promedio", hace que el suministro a las estaciones de cabotaje siga siendo bajo.
Barril de petróleo a costo increíblemente alto, temor de que el precio por litro (ese que uno carga en la estación de servicio más cercana) suba aún más. Derribamiento del precio internacional del crudo, temor a que falte nafta y que, lejos de bajar el precio, se incremente.
Conclusión: cómo sea, te la terminan poniendo (sin concentimiento, claro).
Por Santi Grandi & Chueco García.
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