13.7.09

Zafando

Central se queda en primera división, y punto. No quedan muchas cosas más para decir después de haber presenciado 180 minutos de un fútbol apático, aburrido y de un nivel desesperantemente bajo. Las excusas del momento son las conocidas, pero en nada cambian la cuestión clásica de fondo: que era una situación límite, que era de vida o muerte, que no interesa jugar bien éstos partidos, sino sólo ganarlos, etc. etc.

Lo cierto es que Central dió pena en los dos partidos que jugó contra Belgrano, rival realmente pobre que demostró qué clase de fútbol se observa cuando un equipo limitadísimo toma las riendas de un cotejo. Pero analizarlo desde ese plano resulta equivocado; acá la cuestión es Central; y Central, lejos de dominar o sacar a relucir cierta chapa de equipo de primera, sólo afianzó la sensación de que bien merecido tiene haber jugado una promoción.

Lo que viene asoma más jodido que lo ya superado, y eso genera un poco más de ese sentimiento viejo conocido del canalla: temor por el futuro, ganas de quedarse un rato más en el presente sabiendo que lo que pasará será peor, pero falta un tiempo para que llegue.

Demasiado poco para tanta historia, demasiado bajo para tanto aguante. Demasiado justo por el desastre hecho en la institución a lo largo de varias décadas, en un club otrora de los más grandes del fútbol argentino.

Por Santi Grandi & Chueco García.

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