5.12.09

¡Alegres, Che!

Algo interesante dentro de todo lo sumamente cautivante que contó Rafael Correa en la entrevista para Presidentes de Latinoamérica fue el párrafo que le dejó el mandatario ecuatoriano al tema de la alegría en la gente.

No quedan dudas que si uno se dejase llevar por cómo los grandes medios de comunicación reflejan la "realidad" debería habitar en nosotros una suerte de estado constante de consternación, pánico, incertidumbre, inseguridad existencial y rebrotes represivos. La idea de caos, de corrupción política a niveles que nunca se dieron, de intervención oficial sobre los organismos independientes y más creíbles y varias concepciones más nos sumergerían en esa especie de nube temerosa que deberia traducirse en caras apesadumbradas, llenas de desesperanza y hastío.

En realidad, esto no es lo que ocurre. Evitando la discusión estructural de qué tan consistente es el plan del gobierno para modificar de raíz la exclusión existente, lo cierto es que lo que tiene que habitar en todo latinoamericano es un sentimiento de esperanza, alegría y festividad por vivir en un momento histórico en el que, por poner ejemplos, torneros e indígenas tienen chances de llegar a presidir países. O tipos con palabra, honradez y simpleza llegan al ejecutivo de países como Ecuador.

Comulgo con la idea de que, premeditadamente o no, muchos de los grandes medios que ven tocados sus intereses emprenden una campaña de desesperanza generalizada. Un solo homicidio cubierto 15 veces en un día para que aparente multiplicarse el hecho esas tantas veces ejemplificaría esta situación. "Tenga miedo, que su gobierno le va a quitar la libertad de palabra a los medios", parecia ser la idea a instalar en el debate por la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, cuando en realidad la cuestión pasaba por instar a alegrarse, ya que tiene un gobierno que ha propuesto y aprobado una ley que democratiza los medios de una forma que para el mundo es ejemplar.

La esperanza y la alegría no son ni oficialistas ni opositoras, no responden a banderas políticas ni a ninguna clase de obediencia debida. De la misma manera que como dice el dicho popular, "la esperanza es lo último que se pierde", ésta y la alegría, por caso, deben encontrar sustento en hechos tangibles, que ocurren en la realidad del día a día y que lejos de ser publicados por los grandes medios masivos, son descaradamente censurados.

Por Santi Grandi & Chueco García.

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