
¿Te preguntaste alguna vez?
¿De dónde nos viene esa idea de que somos algo especial en el universo?
¿Qué fundamentos tenemos para afirmar que somos superiores a los demás seres?
¿Es suficiente porque resolvemos ecuaciones y tenemos televisión y viajamos a 150 km por hora?
¿Qué justifica el que te sientas como de otro mundo, de otro planeta, de otra realidad, frente al mosquito, la margarita, el tigre, el bagre, el perejil?
¿No somos todos naturaleza, de la naturaleza, y con funcionamiento natural, aunque claro, estamos mucho mejor dotados para la ciencia y la técnica?
La pregunta es acerca de la dignidad humana. Ningún hombre admitirá que se lo compare con una hormiga o con un elefante. Todo hombre siente que, aunque no sepa leer, ni escribir, ni navegar en internet, es un ser especial, muy especial, de otro orden, de otra jerarquía y dignidad que los demás seres no humanos.
¿En qué se basa?
No sabe. Vive con esa idea. Y si fuera urgido por la pregunta, respondería banalidades. No hay fundamento para esa sensación que brota cuando te miras en el espejo. No hay fundamento racional alguno.
Racionalmente somos todos naturales, es decir, nacemos y morimos, y en el interin vivimos y hacemos cosas, y la Torre de Babel es técnicamente muy superior a un panal de abejas, pero en definitiva nacer, vivir, hacer cosas, morir es lo que nos pasa a todos, a los corales y a nosotros, los que vamos a la universalidad y devoramos libros y movilizamos el cerebro para alcanzar vaya uno a saber qué alturas de conocimiento.
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