23.4.08

El (auspicioso) fin de lo "seguro"

¿Dónde estará la lógica en querer mantener funcionando algo que de raíz ha demostrado que es radicalmente obsoleto? ¿Por qué seguir defendiendo una forma de vida que poco (o nada) hace para ofrecernos felicidad, paz y armonía?

Vivimos bombardeados de información racional que nos dice que este es el único camino que el mundo puede encarar; que este "sistema" será lo que será, pero es el único que tenemos. Nosotros, claramente, apoyamos esa noción, por más que en realidad nos altere, angustie y nos termine reduciendo a simples seres que se despiertan y se duermen para cumplir deberes.

La burbuja narcótica que parece seguir los reglamentos estipulados de este mundo colabora para mantenernos sedados ante cualquier onda de cambio que aparezca en escena. Cientos de publicidades, de una manera al menos llamativa, nos inculcan la idea de que es a la "seguridad" a lo que debemos arribar. Curioso, por cierto, porque parece haber pocas formas de sentirse realmente vivo habitando el mundo "perfecto", seguro, precavido y preestablecido al que nos invitan a formar parte.

Sólo hace falta ver alrededor para darse cuenta que lo que parece ser el único camino, el único mundo posible, no es el que en realidad queremos. O al menos, no nos ayuda para nada en nuestra búsqueda de lograr aquella premisa que muchos parecen perseguir sin realmente sentir: ser felices.

Si las cosas como están, como son, no nos hacen sentir completos, realizados y felices, ¿por qué mantenerlas? Si vivimos quejándonos, angustiados e infelices, ¿qué lógica tiene no direccionar nuestros pensamientos y nuestro accionar a cambiar esa realidad?

De manera nada paradójica, el mismo mundo que nos inculca las virtudes de la seguridad para vivir tranquilos (es decir, no-vivir), nos asegura que el cambio no es posible, que las cosas son como son, y que nada se puede hacer contra esto. Pero si hacemos una retrospectiva a lo que fue la historia en general, ¿alguien se animaría a decir que los cambios no son posibles?

La misma ficticia seguridad que nos da el dinero y lo material, la podemos transformar en una sincera seguridad de que es posible mejorar las cosas, cambiar lo que no nos hace felices y luchar por una existencia absolutamente placentera.

Una vez más, todo está en nosotros. Es simple, es sólo cuestión de tener una verdadera convicción y elegir sinceramente querer ser felices. Y de esto sí que podemos estar seguros.

Por Santi Grandi & Chueco García.

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