17.6.08

García: Buscando un símbolo de paz.

Las manos pintadas de color plata me llamaron bastante la atención la primera vez que las vi. Tanto como esos teclados y pianos “aerosoleados”, que generaban en quienes queremos tener solo uno, cierta sensación de lástima por su descuidada presencia estética. A su vez, esos amplificadores agujereados por mástiles que luego terminarían en el rincón de la casa de algún plomo, no eran más que mástiles fracturados como parte de su repertorio normal sobre algún escenario.

También reconozco haber sentido temor y curiosidad al ver en algún canal de TV, el salto que pego por nosotros -como relata con su voz nasal- ese lánguido y afilado cuerpo de tinte inmaculado, ausente de paracaídas, paraguas o alas hacia aquel destino, donde luego las cámaras de Crónica lo encontrarían nadando estilo croll.

Todo me impresionaba, a la gran mayoría los impactó, todos y cada uno de los excéntricos sucesos que alimentaron los amarillos medios argentinos. El se volvió un combustible eficiente, a bajo costo que nutre bastante seguido los motores narrativos de periodistas que insisten en notar en el…las cualidades de todo un Rocker.

No se bien cual es la causa psicológica de tales acontecimientos que el perpetra, y si existe realmente no me interesa qué las estimula. Son serias actitudes autodestructivas de tipo guionado, inútiles desde hace un tiempo ya, pero intactas en García.

Solo las interpreto como resultado de una mente deslumbrante que las diagrama con suma precisión, y que solo materializa algunas de ellas. Tal vez fueron previamente escritas en papeles olvidados, o plasmadas en sus letras y aquellas que aun no son y esperan su momento.
Hoy día, son las mismas palabras de ayer, intactas. Metáforas delicadas y perfectamente calculadas para contar, imaginar y engendrar en nuestras cabezas nítidas historias, como pocos provocan con sus canciones. Letras que reposan sobre melodías que surcan los oídos cómodamente y ganan el espíritu.

Pero desde hace un tiempo atrás, sucesos escandalosos piden ser vistos y activan en algunas personas algo ajeno, que confunde con lo que realmente merece ser visto.

Arriesgo a creer que esos "actos rockeros”, están lejos de ser ideados por algunos gramos o vasos de whisky’s en “x” cantidad. Llevan inteligencia previa en ellos, algo oculto los inventa y allí se desvanece la energía de todo el resto del genio. García comete actos desbordados, bizarros y algo mediáticos que representan el temor que está cada vez más cerca de atraparlo.

Desde la puerta de un bar porteño, veía hace algunos meses, a Carlos Alberto García Moreno exigiéndole a sus seguidores “derrumbar” el sitio en el que se le impedía tocar por conducta indebida en la función de la noche anterior. Pero a su llamado nadie acudía, y su mente transmitía en directo a su mirada: desconcierto o ahogo, y García no era rescatado por ningún militante Say No More.

Para el verano, la imagen de Charly al borde de la pileta en un hotel de alguna ciudad de la costa, lo mostraba lúcido para comunicar sus ideas. Citaba a Stravinsky y aconsejaba-repasando- desde su experiencia al adolescente argentino. Pero hoy todo se demolió, esa sensación y la necesidad de verlo nuevamente en vivo (siempre existente), y tal vez solo esperando algunas horitas, a partir de esa nota se cruzaban a palos con la realidad.

Dolió y duele ver a Charly de esta manera, a punto de protagonizar en las próximas semanas la revista de Ventura o seguir vigente en la primera plana de algún diario, amarrado a una camilla desvanecido por completo.

Entiendo el porque de esa situación. Vende. Pero también duele tanto como intentar mantener lo ojos abiertos para ver caer a el creador La Hija de la Lágrima en un simple llamado de atención. Podría ser su propio temor el que lo acecha, y eso lo manipula. Pero García al sonar, es. Solo ahí es donde es, sin miedo a no ser lo que solía.

Por Juan Manuel Fontana.

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