
Curiosa tendecia, como decíamos, que de todas maneras se entiende y encuentra sus bases en el temor, la cobardía y la falta de convencimiento. Pero también en el egoísmo. Si ya dejaste que este "sistema" te pase por encima, te amolde, te procese y te reduzja, podrías al menos hacer el intento de estimular al otro para que no sufra lo mismo. Pero está claro: esa sí que no es la tendencia.
La triste tendencia de la que estamos hablando es dejarse cerrar la boca para después llevar a todo el que te rodee hacia la misma dirección. Algo sumamente funcional, mire por dónde se lo mire.
Sin embargo, y por suerte, creer que esto va a dar siempre resultado es un viejo error. Pensar que por decirle a alguien "no che, no vas a poder", o " ¿de qué sirve lo que hacés? si al final no hacés nada", va a finalmente convencerlo de que sus intentos son en vano, es en muchas ocasiones improbable, o directamente imposible. Porque cuando existe convencimiento, convicción y confianza en lo que se hace, lo de afuera existe sólo para estimular. Y todo aquello que venga del exterior, buscando cerrar tu boca o hacerte dejar de soñar, aparece y se va. De nada sirve.
La convicción es respetarnos a todos y todo. Y de la misma manera que de un lado se respeta la desesperanza conciente de tantos, se espera el respeto a la esperanza y a la confianza en lo que se hace. Eso sería lo más armónico, pero cómo se ve no es la tendencia.
Por todo esto, ¿enojarse, insultar, agredir? No. Compadecerse.
Por Santi Grandi & Chueco García.
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