19.3.10

Los De la Chance

Andan por ahí, dando vueltas tranquilos. Los que gozan de la alternativa, los que tienen la chance, lo que cuentan las posibilidades. Los que tienen qué pero sobretodo cómo hacer, los que quieren y rápidamente tienen, los que pueden hacerse una imágen mental que pronto se transformará en materia. Ahí van, ellos y ellas. Los que pueden, y quieren todo para sí mismos.

La mezquindad es una fija, y nada de repartir las chances con las que se cuenta. Nada de eso. Por el contrario, la moneda queda para el cigarro pero no para el que limpia el vidrio. El espíritu contemplativo muere rápidamente, cuando las comodidades de todos los días no se tienen culpa de una farsa armada que, sospechan estos personajes, es culpa de las propias víctimas. Y por más que la realidad los golpea cada tanto, no dudan en ser lapidarios. Ellos y ellas, los de las eternas posibilidades, rápidamente aseveran: "A éstos habría que matarlos a todos, no laburan porque no quieren. Son todos unos vagos".

¿Quién tiene el derecho de sacarlos del sueño eterno, de la nube del "quiero y lo tengo"? Nadie, y mucho menos aquellos que sufren los resultados de una patética distribución de riqueza. Claro que esto no es así para ellos y ellas, los de la crítica facilonga y la queja veloz. No dudan en asegurar que no les alcanza para nada, que cada vez estamos peor, justo a un mes de terminar de despilfarrar miles en una nueva (y récord) temporada de verano. Pero claro, ese es otro cantar, y si laburé todo el año ¿por qué no me puedo dar ese gustito?

Muchos de éstos personajes proliferan en ciertas zonas paquetas de la ciudad, despotrican contra el socialismo que les arregla sus céntricos espacios verdes, se visten de tal manera y cumplen los requisitos de su target. Ellos y ellas, los de las posibilidades históricas, votan a criminales hídricos por convencimiento de algún familiar campestre, ya que la política, a ellos y ellas, les resbala. "A mí la política no me interesa nada, sólo quiero mi auto, estudiar, tener mi casa y que los negros cabeza no me corten las calles, al fin y al cabo yo los impuesto los pago".

Y así, paradójicamente, el bien alimentado carece de espíritu, y el que lucha por lo poco que tiene sufre el rechazo de su par, que por ser blanco y "ciudadano decente" puede impunemente segregar y manifestar su visceral odio por los que no son de su clase.

Por Santi Grandi & Chueco García.

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